Cardenal y la revolución perdida

El poeta Ernesto Cardenal y el guerrillero Daniel Ortega, detrás suyo, durante la entrada a Managua de la guerrilla sandinista en 1979. 

La vida de Ernesto Cardenal se encuentra repleta de anécdotas desde que salió de la más europea de las ciudades nicaragüenses, Granada, para recorrer su país. Inolvidable fue aquella vez en que el Papa Juan Pablo II, confeso anticomunista polaco, lo reprendió en vivo y en directo ante miles de compatriotas tan pronto bajó del avión. Eran pues, los tiempos de la teología de la liberación en Latinoamérica y especialmente en Nicaragua donde las iglesias se convirtieron en reductos de los intelectuales de izquierda. 

El conflicto con la iglesia. 

Juan Pablo II reprendiendo a Ernesto Cardenal a su llegada a Nicaragua, 

De sus encuentros con socialistas norteamericanos y su viaje a Chile para conocer a Salvador Allende nace en Cardenal la idea de transformar la sociedad desde el púlpito y decide plegarse a la lucha contra el dictador Anastasio Somoza apoyando a la guerrilla sandinista. 

Tomado el país, el nuevo gobierno lo premia otorgándole el Ministerio de Cultura. Cuatro años después le entregarían el Ministerio de Educación a su hermano, Fernando, también sacerdote. Por aquellos años el Vaticano decide quitarles a ambos sus facultades para ejercer el sacerdocio por colaborar con un gobierno totalitario y pregonar la teología de la liberación. 

Los hermanos Cardenal, sin poder ejercer el sacerdocio, aumentaron su presencia en el gobierno hasta que las rivalidades con el círculo más cercano del presidente revolucionario, Daniel Ortega, empezaron a dinamitar sus iniciativas. 

Murillo, su eterna rival. 

Conocida era la enemistad de Ernesto Cardenal con Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, desde las épocas del gobierno revolucionario. Murillo tenía una asociación cultural que eclipsaba el trabajo que realizaba Cardenal desde su Ministerio. Gracias a su posición e influencia hizo todo lo posible por cerrar el Ministerio de Cultura y así lo logró en 1988. Cardenal se retiró y Murillo se hizo cargo de una nueva entidad, el Instituto de Cultura, hasta la derrota sandinista de 1991. 

Cardenal se distanció del matrimonio Ortega - Murillo luego de su paso por el gobierno y criticó duramente el rol de ambos al mando del poco democrático partido sandinista en los 90s, así como su sospechosa fortuna luego de administrar los fondos del país. 

Rosario Murillo, actual Vicepresidenta de Nicaragua y Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua. 

Cuando el partido retomó el poder en el 2006, Cardenal comenzó su propio via crucis. El poder judicial, manejado desde el ejecutivo, le impuso el pago de 800 mil dólares a la propietaria de un hotel por una disputa sobre uno terrenos en el archipiélago de Solentiname, lugar que sirvió de inspiración para su obra más célebre "el evangelio de Solentiname". La exigencia era real, pero el gobierno la aprovechó como venganza. El abogado de la demandante era el mismo que defendió al Presidente Daniel Ortega cuando una de sus hijastras lo denunció por violación y cuando Cardenal se opuso a la sanción el clan Ortega decidió congelar sus cuentas y se le ordenó arresto domiciliario, desde entonces el ex sacerdote se proclama "perseguido político". 

En Julio de este año se cumplirán 40 años de la toma del poder por la guerrilla sandinista en Nicaragua. La teología de la liberación fue dejada de lado por una rara especie de religiosidad populista enarbolada por los Ortega - Murillo con complicidad de líderes católicos y sobretodo evangélicos, cuya población ha crecido enormemente en el país y donde la pareja presidencial tiene grandes aliados. 

Cardenal, otrora defensor acérrimo del sandinismo, hoy reniega de él. Llama dictadura al gobierno de Daniel Ortega que se ha perpetuado en el poder tras modificar la Constitución para reelegirse indefinidamente y ha copado todos los poderes del Estado. Criticó fervientemente el canal nicaragüense que pretenden llevar a cabo con financiamiento chino y ha sido la voz que ha resonado en el exterior por los más de 300 muertos en las revueltas del pasado abril cuando la juventud nicaragüense salió a protestar por las reformas al seguro social. 

Ernesto Cardenal en compañía del Obispo de Managua, Silvio José Baez, una de las voces opositoras al gobierno

Casi 40 años después el Papa Francisco decidió rehabilitar a Ernesto Cardenal para administrar los sacramentos pero el sacerdote ahora se encuentra buscando el apoyo de la comunidad internacional para sancionar al gobierno de sus antiguos aliados con las pocas fuerzas que le quedan. 

La foto de un nonagenario Cardenal, postrado en la cama de un hospital en Managua, afectado por una infección renal, ha sido la última postal del poeta de "la revolución perdida"


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